lunes, 8 de abril de 2013

BIEN Y MAL.

Cuando Bankéi pasaba sus semanas de meditación en retiro, asistían discípulos de muchas partes de JAPÓN. Durante una de esas reuniones uno de los discípulos fue sorprendido hurtando.
Se informó del asunto a Bandéi, con pedido de que se expulsara al culpable. Bankéi no hizo caso.
Más tarde, ese discípulo fue sorprendido en un acto similar, y de nuevo Bandéi pasó por alto el suceso. Esto irritó a los otros discípulos, que redactaron una petición solicitando que el ladrón fuera expulsado, y declarando que ,si no, se irían todos juntos. Cuando Bankéi leyó el petitorio, convocó a todos ante sí.
-Sois hermanos sensatos- les dijo-; sabéis lo que está bien y lo que no está bien.Podéis iros a otra parte a estudiar, si queréis, pero este pobre hermano ni siquiera sabe distinguir entre el bien  el mal. ¿Quién le enseñará si yo no lo hago?. Lo tendré aquí conmigo aun si el reto de  vosotros se marcha.
Un torrente de lágrimas bañó el rostro del hermano que había hurtado. Todo deseo de robar se había desvanecido.

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