Un psicólogo conoció a un maestro Zen en un evento social, y decidió hacerle
una pregunta que había estando rondando su mente. “¿Exactamente como ayudas a
las personas?”, le preguntó.
El maestro respondió: “Los conduzco hasta un lugar en el que ya no pueden hacer preguntas”.
El maestro respondió: “Los conduzco hasta un lugar en el que ya no pueden hacer preguntas”.
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